Se nos va un año terrible. Ávaro en lo bueno, brutal en lo malo. Un terremoto que acabó con los sueños y futuro de cientos de peruanos, un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. para el que no estamos preparados (creo yo), la misma sarta de políticos sanguijuelas (salvo muy honrosas excepciones) y toneladas nuevas de dióxido de carbono en la atmósfera.
El 2007 nos deja con millones de árboles menos, con varias especies extintas y una violencia generalizada en el mundo. La Guerra de Irak no ha terminado, y Bush se enterca en mantenerla y mandar al diablo al dólar. Este año deja a mi familia sin mi abuela paterna, junto a Dios en este momento.
Conocí a personas maravillosas, y a otras a las que preferiría no haber conocido, gané algunos amigos importantes, y perdí a muchos otros. Veo niños cada vez más obsesionados con la tecnología, que saben chatear pero no saben escribir (ironías de la vida).
Y entre tantas cosas malas, encontré una estrella en el horizonte, que me hizo fuerte. Y en esa estrella vi las ilusiones de los cientos de iqueños muertos en el terremoto, y las esperanzas de los niños iraquíes de que, por fin, termine la guerra y puedan jugar sin temor a que alguno de los autobuses que ven pasar frente a sus casas explote de pronto. Oí también el clamor de la naturaleza, el llanto lúgubre de los árboles al caer y la agonía de las especies que se extinguen.
Y sentí todas esas ilusiones puestas no solo en mi, sino en cada ser humano del mundo, cada una de esas voces no exigían venganza, pedían paz. Exigían un mundo distinto, niños jugando sin miedo, árboles creciendo hasta alcanzar todo su esplendor, animales dándole vida a las selvas y bosques. No pedían un mundo perfecto, querían un mundo más justo.
Tal vez me mire al espejo, antes que termine el año, mis ojos escudriñarán en mi alma, y mi consciencia preguntará: ¿Qué hiciste para cambiar las cosas? Tal vez me ruborice, tal vez no. Se que hice algo, la pregunta será si en realidad hice lo suficiente. Se viene un nuevo año, con más muerte, con más guerra, con más contaminación. Pero también con más retos, con renovadas esperanzas.
Cuando llegué el último minuto del 2007, mirense entre ustedes y pregúntense ¿Qué hicimos para cambiar el mundo? Si hicieron algo, pregúntense si fue suficiente, si hicieron lo suficiente, no se duerman en sus laureles, porque aún hay mucho por hacer (tal vez una vida no alcance), y si no hicieron nada, no se aflijan, comienza un nuevo año, y aún quedan muchos retos por vencer.
Yo encuentro mi fuerza en Dios y en mi estrella. Ustedes busquen donde están sus fuerzas...Un abrazo por el año que se va, y una sonrisa por el año que se viene.
Adiós Viejo Amigo 2007
De combis, pesadillas y ángeles...
Me levanto con la pereza habitual de los lunes, con la diferencia de no haber dormido gracias (otra vez) a unas malditas pesadillas plagadas de absurdos fantasmas y creíbles demonios. Abro los ojos buscando el sol tras las cortinas de mi cuarto, y leo la frase que yo mismo escribí en la pared de mi cuarto durante esos intratables momentos de frustración que todos tenemos de vez en cuando: "Si la vida es un ratico, estoy pasando un muy mal rato", maldigo a Juanes por su sencillez para ver la vida y me levanto de golpe para ir al trabajo.
lunes, 12 de noviembre de 2007 | Publicado por Jesús Abón en 18:09 2 comentarios
Etiquetas: ángel, ángeles, combis, niño, niños, pesadillas, sueños
Amar...un círculo vicioso
El Perú Post-terremoto...
Luego del terror, vino el dolor por los hermanos del Sur. Para los que somos demasiado jóvenes como para recordar un catástrofe de esta magnitud, las imágenes de casas destruidas y cadáveres regados por doquier fueron devastadoras. Nunca había visto, a título personal, tanta desolación, y si lo hice, fue en latitudes fuera de nuestro territorio; sentí tristeza, obviamente. Pero es muy distinta el dolor cuando se trata de tu propio país, es terrible ver morir a tus compatriotas.
En el momento en que escribo estas líneas, ya hemos sobrepasado el medio millar de víctimas, y la cifra amenaza con aumentar conforme avance el trabajo de los rescatistas.
En este punto cabe hacer una pausa, para levantar mi voz de protesta. Desde el primer día los canales de la televisión local vienen realizando una amplia cobertura de los hechos. Labor necesaria, está de más decirlo. Sin embargo, lo que no es necesario, a mi modesto parecer, es esa dramatización exagerada de cada historia, las preguntas inhumanas "en aras de la rigurosidad periodística".
Es indignante ver como, cual buitres, algunos reporteros se acercan a algún desdichado que acaba de perder toda su casa o familia y, luego de las preguntas de rigor, insisten sobre su situación emocional "¿Cómo se siente?", es la primera pregunta, y continúan insitiendo hasta que el entrevistado comienza a llorar desconsoladamente. Y la pregunta es ¿Era necesario llegar a ese límite? No sé si era tan importante hacerle perder la calma de esa manera, a alguien que solo cuenta consigo mismo en ese momento. Esa pregunta siempre me pareció totalmente estúpida e innecesaria, incluso cruel ¿Qué cree el periodista que el entrevistado le responderá?: "Perdí todo lo que tenía y a todas las personas que amaba, pero me siento bien"¿Cómo demonios cree que se siente una persona después de perderlo todo? El respeto por la dignidad humana debe estar siempre por encima del rating.
Creo que las respuestas están dentro de cada uno. Al menos para mi, los cadáveres en el suelo, las casas destrozadas, y las personas pidiendo ayuda entre lágrimas, fueron suficiente para tocar cada fibra de mi ser. Las campañas televisivas pidiendo ayuda son necesarias y creo que allí sí es necesario mostrar historias individuales que hagan hincapié en las necesidades de nuestros hermanos del Sur. Pero siempre respetando la dignidad de cada uno, basta de una vez por todas de lucrar con el sufrimiento, se supone que somos comunicadores, nuestro trabajo es informar objetivamente, no solo para recibir las felicitaciones del director de prensa, o para merecer el cheque a fin de mes. Nuestro compromiso tácito es contribuir a la construcción de una sociedad más igualitaria, más justa, más informada. No contribuyamos a seguir deshumanizando el mundo. Comuniquemos, colegas.
domingo, 19 de agosto de 2007 | Publicado por Jesús Abón en 19:17 0 comentarios
Requiem por el amigo que no está...
La música que no quiero oir...
La vida es dura, y al decir esto no he descubierto América. Nos movemos por ella en un mar de emociones que nos llevan a la deriva. Sin importar esto (o quizá por esa razón) los seres humanos inventamos un aliciente para aumentar las emociones: La música. Interpretadas o puramente instrumentales, hay melodías o canciones que nos hacen regresar a momentos que de otra manera habríamos dejado guardados bajo siete llaves en el baúl de los recuerdos.
Empecemos por esos temas que te recuerdan a ese familiar que ya partió a mejor vida, en mi caso específico, a mi abuelo. Hay canciones que al escucharlas me traen de vuelta las manos vigorosas del anciano patriarca, es algo cósmico como el oído puede estimular los otros sentidos, pues casi lo puedo ver, tocar y hasta es posible sentir en mis manos el cabello ondulado de mi abuelo en sus últimos días.
Están también esas canciones que ya casi nadie escucha, esos viejos temas con nombres graciosos y ritmo pegajoso, de recordar la letra nomás no puedo evitar una risa cómplice, quién no ha querido poner una canción así en su cumpleaños y ver a sus abuelos y tios bailando al son de canciones de letra irreverente y música elaborada.
No podemos dejar de lado tampoco a las canciones infantiles de la época de Xuxa. Canciones que añoramos con melancolía cada vez que vamos a una fiesta infantil y vemos a nuestros sobrinos o primitos bailando al ritmo del reggeaton. Y es que quién no anhela sus momentos de infante, cuando querías ser grande y pensabas que podías cambiar el mundo, y que sí, algún día volarías como Superman. O que quizás algún día, sin querer, encontrarías un mundo escondido detras del viejo armario de la abuela.
¿Por qué a veces es triste recordar eso? Pues porque no puedes volver a soñar así, ya sabes que los únicos que pueden cambiar el mundo no piensan hacerlo, y que no solo se derrite el hielo de la nevera, sino también el de los polos. Y bueno, te enteraste que Superman era un mito y que varios chiquillos se habían roto el brazo intentando volar y que yo sepa hasta ahora nadie lo logró. Creo que es una forma de muerte, pasar de niño a adulto.
Finalmente están las siempre bien posicionadas canciones románticas, sean salsas o baladas. ¿Quién no le dedicó una canción a su enamorada? ¿Quién no bailó abrazado a ella mientras le susurraba la letra al oído? Creo que todos, o bueno, casi todos. Pero, si se termina el amor, esas mismas canciones que te hacían soñar, ahora se encargan de demenuzarte lenta y despiadadamente el corazón.
Hay otras que nunca habías escuchado con ella, pero que te recuerdan tanto esos momentos inolvidables que quisieras olvidar. Es una tortura consentida y voluntaria, prendes la radio que siempre está en el dial de las baladas románticas y, tranquilamente, te sientas a empezar con el martirio, mientra escuchas a José José explicándote qué triste te fue decir adiós cuando más se adoraban, o a Camilo Sesto pidiendo perdón infinitamente, en tu nombre.
¿Por qué lo hacemos? Es nuestra naturaleza, somos indefectiblemente humanos, masoquistas compulsivos. Y es que cada quien compone la banda sonora de la historia de su vida. ¿Cuál es la tuya?
martes, 10 de julio de 2007 | Publicado por Jesús Abón en 16:39 3 comentarios
Etiquetas: baladas, melancolía, música, nostalgia, recuerdos
¿Qué nos pasa?
Ayer caminaba por una transitada avenida y vi a una pareja de esposos caminando junto a su pequeño hijo. Hasta ahí nada fuera de lo común. De pronto ella deja caer un pedazo de papel al suelo, para ser más exacto, tiró la servilleta con la que estaba comiendo una golosina. La miré con cara de pocos amigos, me acerqué, y recogí la servilleta, ante la mirada estupefacta de la pareja y la expresión curiosa del niño.
Me veían como uno de esos "locos ecologistas", tan de moda, y yo los miraba a ellos como parte de un problema que nos lleva de a pocos al abismo, con planeta y futuro incluidos en el equipaje. ¿Qué es un pedazo de papel en comparación con los montones de basura que nos rodean? Pues es un aporte al suicidio colectivo del que somos partícipes y promotores (si no hacemos nada por evitarlo, estamos consintiendo, bien dicen que "el que calla otorga").
Muchos hablan (medios de difusión y personas en general), de un "boom ecológico", de un "despertar ecológico", y creo yo que es ridículo utilizar el término boom, como si habláramos de la moda Hippie o la nueva tendencia en la música. Nadie habla de la importancia de tomar una verdadera conciencia ambiental. ¿Qué esperamos? Quedarnos sin agua o que no podamos salir de casa al mediodía por temor a quemarnos la piel y morir de cáncer. A ti querido lector te pregunto, ¿No extrañas esos paseos a la playa cuando eras niño? ¿No extrañas poder pasar todo el día frente al mar sin sufrir quemaduras de tercer grado?
Te tengo una mala noticia, esos días no volverán, y probablemente sea peor año tras año. Uno o dos grados más no nos van a matar dicen algunos. Ahora, a ese grupo de "ignorantes ambientales" (frase acuñada por una amiga), les pregunto ¿Saben lo que dos grados centígrados representan para el ecosistema mundial? Con un par de grados mas en el promedio de temperatura terráqueo, morirían cientos de especies, marinas y terrestres, perderíamos centenares de tierras de cultivo, y sufriríamos de inundaciones y sequías a gran escala ¿Crees que exagero? Me gustaría haberlo hecho, de todo corazón.
Pues bien, gran parte de culpa la tienen los gobiernos, no puedo negarlo, pero el otro porcentaje importante de responsabilidad lo tenemos nosotros, con cada luz que dejamos prendida; con cada especie, animal o vegetal, que dejamos desaparecer cada día (las noticias no lo dicen, pero a diario estamos perdiendo especies por centenares), por cada auto que contamina la atmósfera, por cada papel o desecho que tiramos al suelo.
¿Cuándo asumiras tu responsabilidad? Si estás leyendo esto, no lo tomes como una advertencia mas, ni me tomes como a un iluso que quiere cambiar el mundo, tómalo como una amenaza, de vida o muerte que tú eres capaz de cambiar. El mundo, la vida y la muerte, giran en torno a pequeñas decisiones. La próxima vez que tires un papel al suelo, estarás tirando al tacho un poco de vida...y del planeta.
lunes, 9 de julio de 2007 | Publicado por Jesús Abón en 18:20 1 comentarios
Etiquetas: contaminación, cultura, ecología, medio ambiente
Endorfinas del alma...
Este, mi humilde blog, será una especie de diario público de reflexión, de ira en algunos casos, de esperanza en otros, de experiencias personales y otras que no las serán tanto. Hablaré del amor, que aunque muchos autores ya lo han hecho, nadie tiene la patente. Escribiré de todo un poco, y mucho de nada, pelearé por el medio ambiente (como va la situación, no se puede simplemente "abogar", solo vale luchar por la tierra, o dejarla morir) y desnudaré algunas partes de mi alma, cubriendo convenientemente otras que no vale la pena mencionar.
Así que, bienvenidos, espero comentarios, críticas (más de lo último espero) y muchos años más de vida para seguir escribiendo.
martes, 3 de julio de 2007 | Publicado por Jesús Abón en 7:53 3 comentarios
Etiquetas: bienvenidos, endorfinas, Jesús